lunes, 21 de mayo de 2012

Azotea

Por centésima vez los vi enfundados en sus batas  atravesar la puerta y recorrer el pulido pasillo. Sin pensarlo, camine por detrás de ellos escuchando su plática en susurros apagados. Sus tecnicismos y desapego revolvieron mi estomago, como cada vez que los encontraba.
-         Bien, uno más en los porcentajes – dijo uno de ellos garabateando en su portafolio, guardo el bolígrafo y paso el documento – no se puede hacer mucho ante algo así.
-         No es el primero ni el último...

Ni el primero ni el ultimo mi sangre comenzó a hervir mientras les veía desaparecer al final del pasillo, empuñe mis manos y cerré los ojos. Al abrirlos lo vi ahí, vagando con rumbo desconocido.
Camine hasta llegar a su lado, le mire de arriba abajo buscando algo que me agradara en él. Percatándose de lo que hacía me sonrió ladeando la cabeza.
Sus ojos tristes captaron mi atención, intente ignorarlo comenzando a caminar despreocupadamente, él me siguió trotando los últimos pasos para alcanzarme.
Pasó como muchas veces atrás, uno de sus brazos por mis hombros atrayéndome a su costado. Pude sentir una extraña sensación recorrer mi cuello hasta mi cara, incomoda le aparte de un empellón, seguí caminando consciente de que él permaneció parado en el mismo lugar a donde le despedí, esperando tal vez, una explicación.
-          ¿Por qué? – escuche como me gritaba desde donde estaba - ¿Por qué eres así?
No detuve mis pasos ni titubee, continué sin mirar atrás riendo por lo bajo. Camine sintiendo el mundo de voces que hablaban de mi estado cuando ingrese aquí golpeando mi mente, aguijoneando la poca seguridad que tenía en lo que era.
Llegue a las escaleras, subí y mire el amplio cielo esperándome tras la puerta de la azotea. El viento soplaba enredando mi cabello. Cerré los ojos y sonreí llenando de aire mis pulmones. Pero nada paso. El gesto resbalo rápidamente por mi rostro.
¿Cómo se supone que encontrare tranquilidad en esto? – pensé golpeando mis piernas - ¿De qué forma solucionaría mis problema algo tan vano? 
Decepcionada me acerque a los barandales que rodeaban el perímetro de la azotea, trepe en ellos y me senté en la orilla.
Percibía en mi cuerpo la excitación de saber que con solo un ligero soplo del viento caería sin remedio. Perdida en mis pensamientos escuche el rechinido de la puerta al abrirse. Abrí los ojos sin poder recordar cuando fue que los cerré.
-         ¿Qué haces aquí? – le vi entrar a paso cansino, su pecho se elevaba arrítmicamente, una oleada de preocupación me golpeó, desvié la mirada intentando alejarla.
-         Disfrutando de la vista. ¿tú qué haces aquí? – me miró directamente, acercándose con una sonrisa.
¿Cómo demonios puedes llevar contigo a todos lados esa estúpida sonrisa marcada en los labios?
¿En que te ayudan esos patéticos gestos a prolongar tu vida?
La irritación fue trepando por mi pecho a mi garganta pero pude contenerla mordiendo mi lengua.
-         Buscándote – contestó tal si fuera obvio para cualquiera – estar ahí sentada es peligroso.
-         Puede que lo sea para ti, a mi me resulta especialmente agradable – sus ojos me miraban asustados cuando me vio mecer divertida mis piernas y dejaba que mi mirada se perdiese.
-         Y eso, para ti ¿es bueno o malo? – se acerco unos pasos frotando las manos nervioso, algo que se me antojo aun más entretenido que tentar mi suerte pendiendo del quinto piso.
-         Lo que es bueno y lo que no lo es, es solo un punto de vista, varia de persona a persona – declare entrecerrando los ojos y recostando mi espalda en el aire.
-         Entonces – comenzó, mostrando el nerviosismo en su voz – supongo que todo lo que haces es bueno para ti.
-         No necesariamente – conteste viéndolo avanzar.
-         A que te refieres con no necesariamente – siguió acercándose hasta llegar a mi lado y sentarse en el pavimento.
-         Por ejemplo – digo con una sonrisa – llevo internada aquí ¿Cuánto? ¿siete meses? – pregunte sin esperar respuesta – siete meses esperando una oportunidad para continuar con mi vida, sin limitaciones, algo bueno o positivo, pero no puedo evitar sentirme más asfixiada que si estuviera sin esperanzas y agonizando. Mi propia mente me traiciona. ¿lo ves? – señale mis piernas apresando el barandal - Mi ser en su mayoría está ahora tendido en la plaza de la planta baja desde antes que cruzaras esa puerta. – indique con mi dedo un lugar del empedrado donde un grupo de practicantes deambulaba – Lo que mayormente me constituía cayó y aun así mi cuerpo continua aferrándose aunque me he perdido, como si el mañana estuviera esperándome sin alguna trampa cruel, dispuesto a no volver a mofarse.
Los segundos pasaron en silencio, respire hondo intentando calmar los latidos acelerados de mi corazón.  
-         Eso... – levantándose se paró frente a mi - ¿eso es lo que has pensando desde el primer día?
Le mire un momento detenidamente.
-         Es mejor que catalogar esta situación como una competencia – respondí ladeando la cabeza.
-         ¿una competencia?
-         ¿nunca cruzó por tu mente esa idea? – pregunte llevando una de mis manos a mi pecho – buscamos lo mismo y por la misma causa. Lo único en común. Un corazón y la determinación de no dejar que las cosas terminen así.
-         Nunca lo pensé de esa manera – trepando el barandal se sentó a mi lado, volteé a verlo interesada – o creí que hubiera tan pocas cosas en común entre nosotros.
-         No hay nada que se pueda hacer – le dije encogiéndome de hombros. 
 Continuamos mirándonos por unos cuantos segundos más, la tristeza en sus ojos había aumentado pero por un instante los vi destellar decididos.
-         Hay algo – soltó tomándome desprevenida.
-         ¿Qué? – pregunte sin captar.
-         Hay algo que puede cambiarlo – asevera seguro de sí mismo – algo que como tú, mi razón niega, pero que mi cuerpo siente el impulso de hacer.
Sin moverme intente procesar sus palabras, buscando eso a lo que se refería.
En el silencio de la azotea le sentí acercarse, tomar con sus manos mi rostro y acariciar mis labios con los suyos mientras el viento enredaba de nuevo mi cabello y aferraba mis piernas al armazón de metal.
-         Aquí, un competidor menos con un beso en común – fue lo último que le oí decir terminado en susurro a la par que impulsaba su espalda hacia atrás y veía sus pies rozar el barandal cuando caía.

martes, 1 de mayo de 2012

Dulces Engaños



- En verdad te amaba – pienso por enésima vez viéndote frente a todas esas cámaras y micrófonos. 

En verdad añoraba todos esos pequeños momentos en los que basabas nuestras conversaciones en mentiras.

- Somos como Romeo y Julieta… – dijiste tan solo hace unos días.

Susurraste ponzoñosamente en mi oído que todo estaría bien, tu mano temblaba ligeramente mientras derramabas el vino en mis labios, yo apretaba mis parpados mis parpados haciendo de tus blasfemias mis verdades.

“Que tonta era” es lo que debes estar pensando ante la pregunta de un periodista.

Intento mirarte con resentimiento pero; ¿De qué sirve ya?

Conozco tus gestos, tus miradas y eso que irradias simplemente no puede ser tristeza, tus ojos brillan en vez de opacos…

¿Cómo no me di cuenta antes?

Yo que soñaba con nuestro renacimiento, juntos e inseparables, cuando escondías tu egoísmo entre las sombras.

Confiaba en lo barato de tus promesas utópicas y alababa tus absurdos.

- Con esto se arrepentirán y nos aceptaran – farfullaste carca de mi cuello a la par que mis ojos se cerraban, mas nunca vi tu mano precipitar el vaso a esa boca.

- Yo la amaba – te escucho declarar.

No puedo evitar soltar una risilla, incrédula a tanto cinismo.

¿Está bien que te odie por ser lo que eres o que me odie a mi misma por consentir aquello en lo que me has convertido?

Mis cuerdas vocales son amordazadas y mis brazos sujetos a ambos costados, te veo suplicando muda mente; dejes de atarme con tu mitomanía, que te liberes a ti mismo y me des mi libertad.

- Mucho se especula que; con el testimonio de la señorita su padre habría sido condenado – aguijonea acertadamente en las primeras filas una comentarista.

Ese rostro tuyo contrallándose es un poema inimaginable, los comentarios mordaces no se hacen esperar, la oscuridad de esa mirada que tanto me hacia obsesionar aumenta desfigurando tu faz tal cual sí me vieras.

- Estupideces – gritas eufóricamente – aunque fue corto el tiempo siempre le ame. – te defiendes colérico.

¿Siempre me amaste?... En esos meses en los que en tu mente solo estaban los honorarios de tus abogados, tu padre encarcelado, la lista interminable de victimas y la realidad de mis declaraciones.

¿Me amaste?

- Soy el que más llora su pérdida, yo le rogué que no lo hiciera – explotas perdido en la nada – intente convencerle de que saldríamos a delante, que la apoyaría – la hipocresía es lo que desborda en tus palabas ¿Cómo puedes sostener ese semblante triunfal?

La falsedad rueda por tus mejillas convertida en agua, me mofo ladinamente de tus escenas mal montadas…

¿Y dices que me amabas?

- Y aun así – continuas enjugando las lágrimas – y aun así murió en mis brazos.

- Y por tus manos… - completo en el silencio.


domingo, 29 de abril de 2012

Imagenes

Citas

Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos.

Nicolás Maquiavelo

Si se ha de herir a un hombre, debe hacerse tan gravemente que no se pueda temer su venganza.

Nicolás Maquiavelo

Estamos tan acostumbrados a disfrazarnos para los demás que al final nos disfrazamos para nosotros mismos.

Nicolás Maquiavelo

Prefiero ser temido a ser amado si no puedo ser las dos cosas.

Nicolás Maquiavelo

Un gobernante eficaz no debe tener piedad. 

Nicolás Maquiavelo

martes, 24 de abril de 2012

¿Será?


La oscuridad engulle mi entorno mostrando aquello que niego con tanto ahincó.
El viento susurrando sollozos traspasa mis huesos mas mi mente descolocada musitando te busca…
¿Estás ahí o es solo una sombra más? …
El descaro fijado a mi sonrisa torna mórbidamente esta escena más graciosa…
Anhelo poder mirarte y decir; esto es lo que soy… sin careta ninguna, no siendo asediado por mí trastocada conciencia… aceptando tu hipocresía y confiando en tus mentiras…
Tenerte como si mis manos no estuvieran manchadas, ignorando el dolor en tus palabras resbalar sin mayor peso en mí corroída existencia…pretendiendo que mis sentimientos atrofiados no nublan mi visión…
Dime; ¿Qué papel debo asumir ahora, envuelto en la incertidumbre y temor de mirar el pasado y verme como un maldito desconocido? … ¿Qué hacer con tanta sangre manchando estas manos, con las mentiras danzando en mis labios?
Dime por favor; ¿Qué demonios se supone soy?
Atrapado bajo el yugo de palabras como rezos, predicados tantas veces que por inercia se repiten… buscando tu perfil, delineando esa ladina sonrisa, entre estores de un vulgar aroma te pregunto…
¿Sabrás acaso; que incluso negándome, mis piernas imitan tu andar? …
Algo tonto ¿verdad? … Pero no lo puedo evitar…
¿Estás de alguna manera consciente del morboso interés que despierta tu desdibujada silueta? …
Ignora por favor mis pasos siguiéndote frenéticamente, buscando de alguna manera captar sigilosamente tu atención…
Porque no es vino lo que escapa de mis brazos ni tintura aquello goteando de tu estilete…

miércoles, 14 de marzo de 2012

Ausencia de ti


Desesperado intento librar mis manos de las cadenas, esas a las que no recuerdo ser esclavizado… Jurando no creer  delineo lo amorfo en tu silueta… ¿Dónde estás cuando más te necesito?, ¿Dónde, cuando el mundo bajo mis pies se derrumba?
¿Estás ahí?...Tan cerca… irónicamente mi mano continua sin poder alcanzarte.
Contemplo tu andar presuntuoso, arrogante… ¿Cuánto más me harás esperar? ¿Cuánto más debo aguantar para que percibas los susurros que libero al viento?
Deseo que aquello sea solo una mentira para que mi alma quede tranquila, rasgo recuerdos de ínfimo valor… ¿Qué significado tiene para ti?, ¿Uno más de los tantos que te anhelan?
¿Hipocresía tal vez?... 
Pretendiendo ignorarte los miedos de a poco se filtran en mí,  matando el anhelo, paradójicamente cuento los días hasta que mi mano logre alcanzarte.
Odio de edad, mente joven con sangre fría…
Nadie puede regresar el tiempo, es lo que me temo… si tan solo pudiera rebobinar la cinta en aquellas añoranzas parcas, aspirando el gris aroma de los burlescos otoños.
No puedo volver atrás… ¿Qué tan lejos podre llegar? Demasiado enredado, adoleciendo, ¿Que tanto he perdido en este camino?... incluso la muerte se convierte en la presa.
Me deshago de mi débil conciencia… lentamente… sin que mis pasos hagan algún sonido… sin dejar rastro, yo disuelto en la nada, espero por tu ayuda…
“Perdona que lo diga pero, tengo miedo de perderte”… grito en tu oído ignorando la oscuridad en mi reflejo… aunque no lo escuches el eco vuelve a mi…
En este laberinto… ¿Por qué respiro aun?
Hasta que mi angustia duerma lléname con tu profunda tristeza…
Danza y duerme… no tienes más freno que las murallas en tu mente…


miércoles, 28 de diciembre de 2011

Ella


No te preocupes
No lo hago…

No llores
El dolor no es tanto…

No desesperes
El escozor es tranquilizante…

No alucines
Esta es mi realidad…

No tiembles
El frio aumento…

No duermas
La oscuridad llego…

No es noche
Aun…

No duermas
No lo hare…

No es vino lo que sale de tus brazos
Lo sé…
No duermas
No lo hago…

Tus ojos se cierran
Pero no duermo…

No lo haces

El frio aumenta…
Es natural

El dolor se esfuma…
Para encarnar

No duermo..
No lo haces

¿Qué es?...
Algo mayor

¿Cuánto?...
Cuan eterno puedas imaginar

No le conozco…
Le conocerás

No es mi deseo…
No le importara

Huiré…
Te seguirá

Jamás me tomara…
No hay necesidad

¿Por qué?...
Ahora sois su propiedad

No me alcanzara…
No es necesario

¿Por qué?...
Ya está aquí…